domingo, 10 de febrero de 2008

Miriana (4º Capitulo)

MIRIANA
Si hay algo que el orgullo de Manuela no puede soportar es la arrogancia y la superioridad de Noemí. En este capitulo Belén, Patricia, Manuela, Teresa y Sheila llegan el laboratorio de Física, pero un pequeño descuido por parte de Patricia hace que las cosas se desmoronen más y más…
CAPITULO CUATRO: EL DERRUMBAMIENTO DEL INSTITUTO.

Mientras Álvaro y Anita estaban en otro mundo, Sheila, Belén, Manuela, Patricia y Teresa llegaban al laboratorio de Física para intentar resolver el misterio de las desapariciones.

Sheila: ¿Por dónde empezamos?

Manuela: En ese lugar fue donde se abrió la grieta que se los tragó.

Sheila, Belén y Patricia miraron el lugar que señalaba Manuela.

Patricia: Ahí no hay nada.

Belén: Hay que mirar mas detenidamente.

Belén se acerca al lugar que señalaba Manuela, se arrodilló y se puso ha buscar. Seguidamente Sheila se acerca a Belén a ayudarla. En ese momento se oye un ruido en el despacho de Física.

Patricia: ¡¿Qué ha sido eso?!

Voz de Antonia: Soy yo.

Patricia, Manuela y Teresa se asustaron de la cercanía de la voz de Antonia. Seguidamente, Antonia salio del despacho de Física.

Antonia: La próxima vez podríais llamar para entrar.

Manuela: Lo siento, no nos hemos acordado.

Teresa: La próxima vez lo haremos.

Sheila: Mirad aquí.

Antonia, Belén, Manuela, Teresa y Patricia observaron detenidamente el objeto que había encontrado Sheila.

Antonia: ¿Qué se supone que es?

Manuela: No lo se.

Belén: Parece una vara.

El objeto en cuestión era una especie de fusta alargada y ancha, con símbolos rúnicos.

Patricia:
No entiendo nada de lo que pone.

Teresa: ¿Y crees que nosotros lo entendemos?

Belén: Son símbolos rúnicos.

Antonia: Espera, tengo un libro por aquí que nos puede servir.

Antonia, lentamente, entró de nuevo en el despacho y volvió con un libro titulado “El arte rúnico”

Sheila: ¿De dónde has sacado eso?

Antonia: De la biblioteca del instituto, me llamo la atención.

Patricia: Pues menos mal que te llamó la atención, porque sino no tendríamos nada por lo que empezar.

Patricia dio una patada a una viga que, desgraciadamente, era la viga de soporte principal del edificio que había quedado gravemente dañada después del incendio.

Antonia: ¡¿Qué se supone que estas haciendo?!

El edificio entero tembló y la viga lentamente se vino abajo.

Manuela: ¡Corred! ¡Todo el mundo fuera!

Antonia, Sheila, Belén, Manuela, Patricia y Teresa salieron como torpedos del laboratorio de Física, cuando llegaron al piso de abajo se encontraron a Noemí, quien salía de Jefatura de Estudios.

Noemí: ¿Qué se supone que habéis hecho muermos descerebrados?

Antonia, Teresa, Belén, Patricia y Sheila ignoraron a Noemí y salen por la puerta. Manuela agarró a Noemí por los pelos y la arrastró fuera del edificio.

Manuela: ¡Vamos, que el edificio se viene abajo!

Noemí: ¡Suéltame, bruja!

Manuela, arrastrando a Noemí, salió del edificio justo en el momento que sonaba un ruido extraño y el edificio se desplomaba.

Teresa: ¡Cuidado!

Manuela lanzó por los aires a Noemí, como si fuera un saco de patatas, que fue a parar directamente a los brazos de Darío que estaba un poco mas allá, después de eso, Manuela, se lanzó en plancha evitando los trozos de escombros que le caían encima.

Sheila: ¡Manuela! ¡¿Te encuentras bien?!

Manuela: Sí, creo que sí.

En ese momento la profesora de Lengua, Victoria, llegó corriendo para ver como se encontraban.

Victoria: ¡¿Estáis todos bien?!

Belén: Nosotros sí, pero…

Noemí: Yo no, está urraca de pelo estropajo me ha lanzado por los aires, ¿Te parece normal lo que has hecho?

Manuela: Lo mas normal del mundo si un edificio se te va ha caer encima.

Noemí: ¡Desgraciada!

Teresa: Noemí, Manuela te ha salvado la vida, lo mínimo seria que estuvieses agradecida.

Noemí: ¡¿Yo?! ¡¿De esta?! ¡Jamás!

Darío:
Noemí, será mejor que te arregles el pelo, pareces una fregona.

Victoria: Ten mi espejo de mano.

Noemí se miro al espejo que le dejaba Victoria y casi la da un infarto.

Noemí: ¡Mi precioso pelo! ¡¿Qué te han hecho?!

Noemí se aleja de los escombros mientras sigue hablando con su pelo, Darío la sigue preocupado.

Patricia: Pobrecita, seguro que un rayo en la cabeza la hubiese dejado mejor.

Teresa: No se que decirte.

Antonia: Que seria mejor que se peinara ese pelo que tiene.

Victoria: Razón que tienes.

Sheila y Belén se ríen de lo que han dicho. Seguidamente Victoria se fue en pos de Noemí, mientras la pedía a gritos su espejo.

Sheila: ¿Y ahora que hacemos?

Antonia: Esperar.

Manuela: Será lo mejor.

En ese momento llegan Noelia y Andrea, esta última muy alterada por el derrumbamiento.

Noelia: Manuela, ¿estáis todos bien?

Manuela: Sí, estamos perfectamente.

Noelia: Manuela, ¿podrías dar un caramelo de los tuyos a Andrea? Es que la otra vez la calmó.

Manuela se acerca a Andrea y la da un caramelo, que Andrea se lo come tranquilizándose.

Andrea: Gracias, Manuela.

Belén: Sentaos ha esperar.

Antonia, Andrea, Noelia, Belén, Patricia, Sheila, Teresa y Manuela se sentaron entre los escombros y esperaron durante 3 horas a que llegase de nuevo Noemí acompañada de Darío y Victoria.

Noemí: He hablado con el ministro de educación y me ha dicho que nos va ha regalar un edificio enorme que hay en la sierra para que podamos seguir dando clase allí.

Antonia: ¡¿En la sierra?!

Noemí: Sí, eso he dicho, si estas sorda no es mí problema.

Patricia: Pero eso esta muy lejos de aquí, ¿como vamos ha ir y ha volver en el día?

Noemí: No se meta en conversaciones de profesores señorita Patricia.

Manuela: Responde a eso último Noemí.

Noemí: Yo que tú, tendría mas respeto a la directora, por que si no te puedo echar a la calle.

Manuela: Ya sé que puedes, pero tú sabes tan bien como yo que tengo algo que te puede perjudicar bastante.

La cara de Noemí se puso verde ante el chantaje de Manuela. Darío rápidamente fue a socorrerla.

Noemí: Estoy bien Darío, déjame en paz.

Manuela: Contesta.

Darío se apartó de Noemí y esta miro a Manuela fijamente.

Noemí: Será un Internado.

Belén, Noelia, Andrea, Sheila y Patricia se quedan con la boca abierta de asombro. Antonia, Victoria, Teresa y Manuela miran a Noemí echando chispas por los ojos. Darío y Noemí se van con una sonrisa en la boca.

Antonia: ¡Urraca!

Victoria: Y de las grandes.

Noelia: ¿Qué vamos ha hacer ahora?

Reinó el silencio ante tal pregunta.

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